viernes, 10 de junio de 2016

La Isla de los Muertos. Manuel Mauricio Zúñiga Castro-Chiloé-Chile. Tercer Lugar Binacional Patagónico, año 2000

A modo de Introducción

Por Decreto Supremo de 19 de Mayo de 1903 el Estado cedía, en concesión, a la Compañía Explotadora del Baker, formada por capitales y socios radicados en Punta Arenas, el territorio que se extendía al norte del Lago General Carrera (Chelenko en voz Tehuelche o Tzoneca)*  hasta el fiordo Baker, que da nacimiento al fiordo Michel, enre los 47º 50' entre el Río Baker y la frontera con Argentina.
Para los planes de explotación ganadera y maderera, especialmente esta última, se ordenó la contratación de mano de obra chilota. Se hizo un enganche por las islas concentrándose la gente en Chonchi. Fueron contratados 200 trabajadores entre hombres y mujeres.
La concesión se autorizó por 20 años.
Pero la empresa pudo funcionar durante 3 años.
El desconocimiento del territorio a explorar, las nevazones, las escachas y una implacable lluvia a más de una selva difícil, entrabaron los trabajos. También la pérdida de millares de vacunos catapultaron la pérdida total de capitales invertidos.
Tampoco podían cancelarse salarios cuya deuda se arrastraba, en algunos casos, a más de un año. También la población había crecido. Niños nacieron y murieron sin nombre.
La Empresa, en 1906, determinó no cancelar lo que se adeudaba.
Se declaró en quiebra. Únicamente Duncan Fox, que abastecía de sus necesidades al campamento de Punta Pisagua pudo cobrar los haberes impagos.
Para evadir las deudas con los trabajadores se tomó una determinación cruel, criminal: se mezcló la harina con que los chilotes preparaban sus alimentos: pan, chapaleles i milcaos con cianuro.
Murieron todos.
Los cadáveres los trasladaron en un buquecito de aluminio de la Empresa llamado "Juanita" hasta un islote formado por dos brazos del Río Baker a una distancia de 30 minutos de Caleta Tortel. Aún hoy, cuando baja el caudal del río, puede verse la cubierta del barquito. Aún hoy, de aquellas 200 tumbas, se pueden contar hasta 30 cruces que testimonian el genocidio.
Años después uno de los primeros habitantes de Caleta Tortel, surgida de campamentos de lona al amparo de la Armada de Chile, don Manuel Gangas, encontró un trozo de madera donde se leía con claridad: "Aquí yacen los restos de Melchor Navarro Saldivia, muerto a los 32 años el día 02 de Agosto de 1906. Esa es la fecha que se estima fue la del genocidio total. Estos testimonios existen, don Manuel Gangas también. Conocí la historia ejecutando un proyecto Fondart en 1995. La versión aquí indicada se repitió cada vez que regresé a Tortel para visitar la Isla de los Muertos. Son ellos, esos vivientes, los que cuidan del resto de tumbas que el río no se ha llevado.
Nadie se ha preocupado jamás de investigar, de saber a fondo este hecho.
Cualquier registro, antecedentes, historia, fue borrado.
Durante años escribí sobre este hecho brutal.
Me costó esos mismos años desmalezar mi alma de afanes vengativos, reivindicativos, de sacudirme la nausea.
Hoy esta poesía llega de nuevo a la Isla de los Muertos, donde están los muertos más solos del planeta, para darle a ella un destino: que el olvido no se olvide.


                                                      Me dicen que no los olvide por nada del mundo que
                                                      dé testimonio de lo ocurrido
                                                      que no sea un cabrón.

                                                      Pavel Oyarzún


* Nota de Transcripción: Chelenko es la voz con la que los primeros habitantes del sector llamaban al gran lago.



Las palabras viajan en el viento

Aunque la boca ya sea hueso
y los oídos agujeros por donde entran y salen
el aire           las raíces             el tiempo
Las fechas son
referencias de distancias
donde brotan y se desploman los árboles.
Vamos y regresamos entrando
saliendo            de la luz a la sombra
al barro y la costilla    de a vida a su abismo.
A qué entonces a escarbar en la hojarasca
arrancar el musgo de las cruces
buscando indicios    huellas
la palabra que salga del silencio
para que Melchor Navarro Saldivia
saber los años que anduvieron contigo
hasta que el veneno te incendió las entrañas
para qué el relámpago abriendo el pecho
si nada más de afanes fuiste desvestido
en este paraíso vegetal
que esconde doscientos muertos.


Vieron que el cerro cortaba el mar y su horizonte

La falda de esos arbustos extendidos
en las orillas de un río ancho   caudaloso  eterno
el cerro que cercaba las estrellas
una cuna de hierbas agua y tierra diría alguien
la primera noche que los trajeron
o en ese amanecer de Punta Pisagua
que traía la noticia del agua abundante
hundiendo con su peso el techo de las lonas.
Esa fue primero la comarca de las salvias
de las mentas y las hortigas
y aquellas otras,      las dormideras
que azoladas en los corrales de la orilla
hechizaron trucha y robalos
como eran en casa se habrán dicho.
Era todo igual el fogón los mates y los cantos
pero no era igual el iracundo viento entre los fiordos
el río empecinado en regresar a las nubes
y las mismas nubes que a ratos caían
despedazadamente blancas en sus cabezas


Lo que ha quedado es solo esto

Dos ollas de panza azul    rotas      carcomidas
olvidadas entre las zarzas.
Más allá un árbol cayó ardiendo
y es ahora un cuerpo estirado
creciendo sobre él los musgos.
Un herrumbroso bototo que asoma por el pasto
fue de alguien que anduvo por aquí.
Cuesta encontrar las huellas
que se perdieron en los galpones
abrazada     por las llamas.
Será la selva que ha crecido
con sus formas     sus fantasmas
pero algo de lo de antes permanece
en los espinillos quedaron enredadas
esas ganas de regresar a las islas.
Esto es lo quedado en lo que fue Punta de Casas.
De aquí es que salieron 100 + 100 muertos.


Ese fue el lugar donde hubo un jergón de lana

El mismo en que la Udelía con Flaminio se tocaron
se infiernaron hasta el delirio
hasta que se quedaron en sus cuerpos.
Aquí está la mancha
sobre ella nunca creció el pasto.


Algo tenía que ver la luna

Lamiendo el lomo de los quilantos
algo la luna que en retirada
dejaba ver luna parecida    a otras lunas
el viento que por fin calmaba
y se escuchaba al viejo río
que era el mar besando palafitos.
Algo tenía que ver aquello
para que entrara por su frente hasta los huesos
la noche que en Chonchi toda la noche
se despidieron con los cuerpos entrelazados.
Tenía que ver la noche quebrantahuesos
la soledad más infinita asentada entre los cerros
ese palo seco quebrado allá en el bosque
para saber que esa era la última noche
ustedes ya saben
la que antecedió al veneno

COMO SOLAMENTE EL ESPACIO

Puede tragarse las nubes
y la voracidad del infierno
secar un río entero
así las nostalgias rotundamente
encimaban una isla tras otra
en sus pupilas en medio del bosque.
Eran entonces lejanías tragedias
que no llegaran los impagos sueldos
que las ovejas se entramparan
entre la escarcha y la nieve.


RISAS AMOR PENSAMIENTO TODO AQUÍ SE QUEDA

Siendo risa       amor      penuria
aquí la muerte no ha venido         pareciera
.y perduran sensaciones todavía bajo tierra.
Por orejas que circulan las    hormigas
orbitan los pesares los vicios y soberbias
los breves triunfos   las lujurias    los fracasos.
Recorren los huesos ignorados
brizna  polvo   y viento
y canto de pájaros en el bosque.
Cada se de aquí cruzó su tiempo
por el mismo tiempo que en el aire habita
y es también ese tiempo sombra
que es el hombre en su sombra sola.

Alguien fue tijera cortando el cordón que ata a la vida
alguien cercenó el irrecuperable aliento
y lo dejó tras de su como el caracol su huella
como el río sus mareas
y la nube su rodaje entre los árboles.


QUE ME HUNDO EN EL HUMUS SIENTO

El mundo rota afuera
algo de rompe en la hojarasca
y de pie despierto en la umbría.
Aquí es donde se para mi esencia
inútil   deshombrada
deshilachando esta impotencia
de no lograr   con mis palabra
que ni uno de ustedes suba
se muestre crezca emerja
porque un poema no vuelve
a los muertos de su muerte


TE VISTE   LOGRASTE VERTE MELCHOR

En los ojos de la muerte?*
Supiste si eran sus ojos
o eran tuyos esos ojos
en los ojos de ella?
(Dime es la misma muerte para todos
o para cada uno es diferente
es la misma que cargamos
en la espalda como culpa
o será más honda    como pozo
o aún más honda   insondable?)
Que ojos son
los que tendrá la implacable?
*A Cesareo Pavese


botellas vasos que se quiebran
los efluvios de mujeres que bajan por el río
los quejidos   esos ayes de placeres
lo que en el sudor de sus miedos
oyen   miran    huelen
los rezagados lancheros de Baker
cuando pasan frente a la Isla de los Muertos
de quién dicen después la tela
que rasgada cuelga de las murras
un botón dorado
que brillando en la hojarasca.

*PPJJ. Nicolás Mascardi quien afirmó que fue de escorbuto que murieron 200 chilotes en Punta Pisagua en 1906.


SEGURAMENTE ENCONTRAREMOS
retorcidos los dientes de un serrucho
sin mangos herrumbrosos los martillos
roídas las tijeras de la esquila
clavos que unieron las maderas
de los ranchos galpones dormideros.
Es probable
restableceremos lechos y suspiros
una gota de sudor
ah el crujir de amores solitarios
nacidos y extinguidos en las manos.
Escarbando platos peroles cucharones
cucharas retorcidas inservibles.
Más al fondo bajo la raíz del yuyo
tal vez voces plegarias
todo lo que acabó el fuego en Bajo Pisagua
la presencia del hombre de las islas
sus hembras
sus chiquillos.
Todo el fuego


ENTONCES DESDE LA TIERRA BLANDA

me encaraman besos sin boca por las piernas
escalofríos temblores
suben a mis labios con su beso
escalan hasta los ojos
para seguir mirando.
La vida se enreda
con la espuma de las aguas brutas
que en la noche tiene alas
y se llama rocío y a gotas cae
baja a calmar esa hondura encendida
que una vez fue boca.


ME PREGUNTO ENTRE TODAS LAS PREGUNTAS

si Melchor habrá visto la mano
que encalamitó la harina
y no supo  no entendió   no se dio cuenta
que aquella mano lo que mezclaba era la muerte
o si habrá escuchado
sin quererlo en la floresta
la voz que ordenaba
la orden más negra la funesta
y no supo no entendió no se dio cuenta
que la muerte era contra él que la lanzaban.


LA HOJA QUE MI PIE ARRASTRA
levanta la memoria sumergida
de aquellos que el río se llevara
lentamente a la distancia con su hondura
donde todo nombre es olvido
y toda cosa que la habita casta.
Cada hombre desde abajo
está mirando al infinito.


TU MIRAR POR AQUÍ ANDA OTILIO

cuelgan de los coigües y canelos
los ojos de ustedes Heraldo Flaminio
a veces sólo son rocíos
que corren por las hojas
y luego caen dellas
o bien son ojos
que superando la humilde indiferencia de los muertos
se asoman a los palos del fogón
encendidos todavía



PERO DIOS LOS VISITA DE VEZ EN CUANDO
entre mates afirman en Tortel
por que bueno aparecen arrancadas las malezas
limpia la piel de tierra entre las tumbas
como recién regado todo fresco
y hasta un aire de alegría hay entre las cruces
como cuando a casa vuelve la comparsa
y todo es limpio en la evocada casa
y salen de ella gritando los chiquillos.
Es que el nazareno dicen viene a verlos
y desnudas quedan sus huellas en la orilla
desde el mismo río se adentran hacia el bosque
y en el mallín se ven hondas y frescas
llenándose de agua lentamente.


NO TUVIERON EDAD DE LUTO

en el lugar de donde salieron.
La oración nocturna excluyó sus nombres.
Lejanamente se encendió una vela
por aquel que se extravió en el Baker.
En estos días hay rodillas que se hunden
entre las cruces del bosque
susurros que sube  por los tepúes
sencillas manos que despejan
las malezas que ensañadas
crecen en la serenidad
de los difuntos.


NO SE HALLARÁ RESPUESTA POR EL HUECO DE ESAS BOCAS

donde reptan lombrices y raíces que buscan
subir a otras vidas trepando
convertidas en canelos mañios coigüe y tepa.

Venas vegetales que son ríos detenidos
saliendo de esos huecos ante ojis
como pájaros que cantan y custodian
en el bosque brotado de los huesos.
Percibo la aurora en la hojarasca
en el boqui que desciende
y se abraza a la madera de las señas
para encontrar su antiguo nombre.
El musgo ronda por la humedad oscura
de los sesgados en Agosto.


PERO ES OTRO EL INVIERNO QUE EN MIS OJOS LLORA*

en que hundidos los pies en el mallín
me estremece el rumor que de él me sube.

No sé más oración que el Padre Nuestro.
Nadie sube desde la azul raíz
a conversa conmigo de su muerte.

Llueve otra vez en el bosque
nada de mi escapa a la lluvia.

En la tardanza he olvidado los gestos
el arcano ritual de las palabras.
Sólo mi pecho es un Kultrún
y su eco no alcanza al corazón
incrustado en la otra tierra.

Y es   otro el invierno que en mis ojos llora
porque mis manos no reconocen
la sagrada rama
que los devuelva los despierta

*Elicura Chihuailaf. El invierno, su imagen y otros poema azules


YO DIGO CÓMO NO IBA  SUBIR LA VIDA

desde la tierra del fondo della de los mesmos huesos
si vienen la noche a rociar las hojas
y trae a la nube que enreda sus hilachas en las ramas
destos canelos y mañíos que estrechan
esta Isla de los Muertos
cómo si en los huesos que adivino
circuló savia como la mía
sangre en la mesma verde sangre
dedo de agua cayendo de la altura
con su aire y su suspiro
aleteo de pájaro también
marea en el río
semilla que en celo cae a parirse en el humus.
Será entonces que la vida es una muerte
que llega hasta la esquina y se devuelve
cuando los aquí caídos sin discursos
suben a cada rato con la niebla a las alturas
como alma de hojarasca que se pudre
se encaraman correteando a los brazos de la lenga
y son pueden ser igual aquellos pájaros
que ya hondos de pesares emergen
desde el nido de los huesos
a recuperar sus nombres y sus memorias.


PUEDO IMAGINAR DESPUÉS
mucho después ya fantasma
en regresión buscando huellas
inventando un sol bajo una masa oscura
para ver bajo su luz los versos
donde entonces antes nombré cielo y dije estrella.
Si puedo imaginarme infinito
dando vueltas como anillo de árbol
llamándolos a ustedes y por fin saberlos
conocer sus nombres y quienes fueron
incesantemente buscando esta isla y su bosque
cuando no sea más que nada
dando vueltas por la nada
y este río este mismo río cicatriz
una cuchillada seca y honda
en el rostro mutilado de la tierra.

"Porque bello es todo cuando sigue siendo
a pesar de la muerte, del deterioro y del olvido" Clemente Riedemman


PARDOS FUERON FRENTE AL MAR

de espaldas a sus costados
paridos bajo el mar que caía
mojando sus cabezas las casas y rebaños.

Después dirán que era mar también antes
cuando tibia palpitaba la semilla.
Siglos después dirán que aquellos
eran seres de agua y que también fue el agua
quien los sacó desde bajo de la tierra
que eran raíces ya esos pies
crujiendo en las orillas
cuando el río los devolvió
para latir de nuevo con el corazón del mar
cuando una tibia un fémur un cráneo
descendían serenos hasta el fondo
bien al fondo hasta el olvido.

*De las 200 tumbas en la Isla de los Muertos, hoy no quedan más de 3. A las otras, con los años se las fue llevando el río.


QUIEN AQUÍ VENGA HALLARÁ SEÑALES
de los que pesadamente llegaron
y ocuparon de un sólo golpe la oquedad de los mallines.
Aún habitan el laberinto de raíces
están allí en la rama de ese tronco que se dobla
en la hoja desprendida de la altura.

Extraído íntegro  el Poema del Libro Patagonia Poética Volumen 2, editado por Mario Miranda Soussi, que corresponde al IV Concurso Binacional Literario de la Patagonia que en esta ocasión reunió a cuarenta y cuatro autores, de los cuales fueron seleccionados once: tres primeros lugares y ocho menciones honrosas. Formaron parte del jurado los escritores CRISTIAN ALBERTO ALIAGA de Argentina, IVAN CARRASCO, ENRIQUE VALDES y ARISTOTELES ESPAÑA de Chile.
Año 2000




































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ANEXO: Categorías y Tipos de Archivos

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